martes, 12 de mayo de 2009

Maldita suerte la mía

Cuando volví de Peñalara sin reportaje fotográfico, sin cresteo, y sin mucha emoción, me traje de regalito ciertos dolores en la cadera y en la rodilla. Dolores que se iniciaron tiempo atrás en Diciembre, en mi frustrado intento de ascensión al Mulhacén y en mi caída esquiando, que no me hacían vaticinar nada bueno.

Los deje pasar para ver si se iban solos y algo mejoraron, pero como todavía persistían finalmente fui al traumatólogo ayer y ¡Bingo! Una tendinitis en la rodilla con cierto derrame y problemas en el sartorio causados por sobrecarga, otros dos meses de reposo...

Tiene gracia, porque casualmente este viernes quince es puente y yo ya estaba planeando el Domingo por la noche hacer alguna salida por ahí. Barajaba La Munia, el Torre Cerredo, subir a Mulhacén por Capileira y no por la estación, o algún tour por los Galayos, pero de nuevo me quedaré con las ganas. Estoy realmente gafado y terriblemente frustrado al borde de la depresión. Me han debido de echar alguna maldición voodoo, me castiga Dios por ser ateo o algo similar porque esto ya roza lo surrealista y no está siendo nada fácil tomárselo con humor.

Ojalá al menos pueda dedicarme integramente este tiempo a la espeleología que es más tranquila. Tengo mucho mono de hacer una sima, a ver lo que me permite mi maltrecho cuerpo.

Desde el 27 de diciembre, 137 días después, sigo tocado. 137 días en los que he perdido toda la temporada invernal y múltiples planes, 137 días del resto de mi año sabático iniciado en noviembre, en los que invertir en quedarse en casa guardando reposo. Que ahora tenga que invertir Mayo y todo Junio como mínimo en más descanso, hace que me frustre hasta el infinito y más allá. Que a este paso me hago el año completo y sigo sin curarme. Y más con tanta dejadez médica.

La primera vez que fui a consulta, nada más llegar de Mulhacén en urgencias me dijeron que tenía un esguince en la rodilla, que con una semana de reposo y antiinflamatorios se me pasaría, no comenté el dolor de la cadera aún. Como después de esa semana seguía teniendo la rodilla como un globo, un segundo traumatólogo me dijo que me hiciera una resonancia, y detecto así una fractura en la meseta tibial con posible distensión del ligamento lateral (anda que no hay diferencia). Sin embargo al comentarle el dolor en la cadera, dijo que no sería nada del otro mundo que se me pasaría en una semana al ser probablemente algo muscular (empieza a resultarme peligrosamente familiar esa frase).

Inicie un tratamiento de rehabilitación con magnetoterapia para desinflamar la rodilla y reabsorber el derrame, y después de cuatro meses quedo más o menos bien la cosa. La cadera por otra parte, me estuvo molestando dos meses, seguidos de otros dos meses más de reposo en los que me dio tregua. Y ahora en mayo voy y sin sobrecargarlo salvajemente como en Diciembre me vuelve a pasar. Al final va a resultar que no es algo que se va con el tiempo y que es muscular, que roturas fibrilares en el cuádriceps si he tenido y se han arreglado en una semana.

Consultando en enciclopedias lo que me dijo sobre el sartorio, no ubico el dolor en ninguna zona de ese musculo, así que aunque no espero una píldora mágica que me cure de un día para otro, voy a ver si otro traumatólogo más competente y con menos prisas me hace un reconocimiento más minucioso y puedo contrastar veredictos, que quiero estar operativo de una puñetera vez. Sin embargo los que he encontrado recomendados resulta que no atienden hasta finales de mayo, habrá que esperar...

A este paso voy a tener que mentalizarme para dejar la montaña y pasarme a deportes menos intensos como la petanca, aunque con la racha de suerte que llevo últimamente seguramente que de hacerlo me lesionaría gravemente el brazo y me lo tendrían que amputar.

En fin, como lo que aún conservo sano es el tren superior, me apuntare a un gimnasio a matarme a pesas (si es que mi suerte permite que no me tropiece mortalmente con el escalón, no se me caiga una pesa en la cabeza, no me de un infarto por hacer tres abdominales y demás bromas macabras). Así haría algo más de ejercicio que potenciar el dedo índice a base de clics con el ratón que estoy desesperado por hacer deporte.

También es muy buena ocasión para potenciar aun más la lectura, que después de cierto tiempo buscando, pude comprar el libro "Everest: La conquista de la cumbre" de Geoplaneta, y que sin duda me mantendrá entretenido (aunque también me pondrá los dientes muy largos).

Veremos que me depara el incierto futuro.

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