viernes, 8 de mayo de 2009

Historia del crampón

Siempre ha supuesto un problema desplazarse por terrenos helados o con mucha nieve (y más aún si la ruta a seguir discurre entre pendientes), debido al poco agarre que proporciona el hielo y la nieve.

Lo que hace que el hielo sea tan deslizante, es su superficie libre de rugosidades a nivel microscópico que no generan la fricción suficiente con lo que circule por encima, dejándole continuar en base a su inercia (primera ley de newton, y en ocasiones la natural consecuencia de perder el equilibrio y darnos un hermoso golpe). Por ese motivo, y siguiendo las comparativas Newtonianas, " cada acción le sigue una reacción" y es necesario buscar la manera de crear fricción sobre el hielo. Nace así la idea del crampón.


Historia del crampón:

Los primeros diseños.

Agudizando el ingenio el hombre inventó diversos utensilios para generar tracción en sus pies en entornos deslizantes. Tenemos constancia de ello gracias al arco de Constantino en Roma y que data del siglo II d.C, en el que podemos ver un grabado de un primitivo crampón. Calzado que en teoría usaban los espías romanos para desplazarse en terrenos con poco agarre.




Hacia el siglo XVI volvemos a tener referencias de otros utensilios denominados "grappettes", utilizados por leñadores, pastores y cazadores en los Alpes para evitar resbalones. Se colocaban en el talón o en la punta de la bota fijados mediante correas, y solían constar de tres o cuatro puntas. Eran utensilios totalmente artesanales encargados en las forjas locales.


Antiguo grapette de cuatro puntas.


El diseño del "grappette" se mantiene con pocas variaciones hasta el siglo XIX, y es hacia finales de este, cuando empiezan a aparecer modelos bastante más elaborados que cubren ya íntegramente la suela, y que constan de seis a diez puntas con seis anillas para distribuir las correas. Es a partir de este momento cuando se les empezaba a denominar como crampones.




Y con la introducción de los crampones en el mundo del alpinismo, empezaron a surgir dos corrientes muy distintas: Aquellas que anteponiendo el orgullo a la seguridad los calificaba injustamente de artefactos inútiles e inseguros, defendiendo que eso no era de "auténticos montañeros", y la otra que defendía su uso y los acogía con mucho agrado. La primera opinión partía del oeste de Europa, generalmente de los británicos, y la otra del este de Europa en el área alpina del Tirol situada entre Austria e Italia. (Hechos que sin duda tienen ciertas reminiscencias con el debate actual sobre el oxigeno suplementario en los ochomiles).

Cuando estalló la primera guerra mundial, hubo un salto tecnológico que convirtió estos primerizos crampones en un instrumento mucho más ligero, unos 500gr cada uno, y mucho más ergonómicos y ajustables. Prueba de ello, es el crampon inventado por el Teniente Trèmeau que es capaz de adaptarse al ancho del calzado, modificaciones necesarias para que sirvieran a todos los soldados independientemente de su talla de calzado.


Modelo articulado de nueve puntas y cuatro anillas inventado por Trèmeau.



Los clavos.

Antes de que se unificara el diseño de los crampones y se difundiera su uso, la alternativa predominante era clavetear la suela de las botas. De esta manera los clavos ejercerían cierto agarre, pero la adherencia seguía siendo escasa y no garantizaba mucha tracción conforme aumentaba la pendiente. Dicha práctica se llevo utilizando varios siglos atrás, pero su auge y refinamiento se dio a finales del siglo XIX, teniendo constancia que las primeras botas específicas para montaña se empezaron a fabricar hacia 1870.


Detalle de unas botas con suela claveteada.


Con el tiempo y la popularidad en aumento de los crampones y otros medios alternativos, los clavos iban quedando progresivamente más obsoletos, especialmente al ver que los crampones permitían mayor libertad para moverse facilitando las exploraciones y las expediciones. Quedaban únicamente relegados al sector de opinión que los seguía viendo como algo más noble y puro.

Finalmente con la llegada de la suela de goma vulcanizada patentada por Vitale Bramani (fundador de Vibram) en 1937, y la introducción de las botas de montaña equipadas con esta suela tras la segunda guerra mundial, los tricouni fueron totalmente innecesarios e ineficaces quedando definitivamente enterrados en la memoria de los nostálgicos, marcando así el fin de una era y el comienzo de otra.


Los crampones, el primer prototipo estandarizado (1909).

El crampón moderno que hoy conocemos data de los primeros años del siglo XX, donde un ingeniero británico de nombre Oskar Eckenstein basándose en los modelos antiguos encargó su construcción (aunque no se sentía muy seguro de que su encargo se hiciera bien) a un herrero italiano de Courmayeur cuyo nombre era Henry Grivel que estaría destinado a formar la popular marca que hoy en día conocemos.

Eckenstein quedó altamente satisfecho, y la intención de Grivel fue patentar su invento, sorprendentemente no pudo hacerlo porque los ratones se comieron los planos de construcción originales. Por lo menos Henry Grivel marcó un hito de diseño puesto que todos los demás crampones que surgieron en otras forjas se inspiraban en este y ya se comercializaba en serie 1910, y el 30 de junio de 1912 se organiza la primera competición alpina entre porteadores y guías en el glaciar de Brenva, para ver quién era más rápido empleando los crampones (y se considera esta la primera competición deportiva de montaña).

El crampón de Eckenstein-Grivel constaba de diez puntas todas ellas perpendiculares a la suela, era articulado y también se ajustaba firmemente a la bota mediante correas. Además, otra de las innovaciones fue incluir una la talonera, que estaba formada por una barra de metal para evitar que la bota se desplazara y el crampón se soltase. Esto inició la tendencia en los fabricantes de botas a incluir un reborde en el talón con el fin de que el desplazamiento del crampón fuera mínimo. La adherencia de este primer prototipo era máxima comparados con otros sistemas de la época que no le podían hacer ninguna sombra.


Modelo de crampones Eckenstein de 1909.



Los tricounis.

Posteriormente al invento del crampón moderno, hacia 1914, surgió la competencia con los denominados tricounis que se remachaban directamente a la bota.


Antiguo cartel publicitario anunciando los tricounis.


Los tricounis tenían la gran ventaja de que podías escoger entre varios tipos aquellos que más fieles fueran a tus requisitos e instalarlos en la bota (eran fácilmente reemplazables y no muy complicados de montar), y garantizaban mucha mejor tracción y adherencia que las botas claveteadas.

Sin embargo, también tenían grandes defectos. Como no alteraban la rigidez de la suela de la bota, si la suela de esta era bastante flexible podía resultar en que se desprendieran con el uso. Por otra parte, como estaban fijos a diferencia de los crampones que son de quita y pon, en la marcha de aproximación, caminando por roca o por el césped se podían deteriorar antes de iniciar la escalada.


Detalle de unas botas con tricounis instalados.


Los tricounis continuaron coexistiendo con los crampones unos años más, hasta que finalmente fueron olvidados al igual que las botas con suelas claveteadas.

Existía una amplia gama de clavos y Tricounis, así como diferentes formas de claveteo o disposición. Puedes ver diferentes modelos en esta página web.


Los crampones, el segundo prototipo estandarizado (1929).

Uno de los muchos acontecimientos que marcaron un antes y un después en la historia del alpinismo, fue en 1929 (aunque diferentes fuentes señalan también 1932) donde el hijo de Henry Grivel, Laurent Grivel, rediseño el modelo inicial para incluir dos puntas mas. Esta vez las puntas estaban orientadas hacia delante paralelas a la suela en vez de perpendiculares a esta.


Detalle de los crampones diseñados por Lauren Grivel en 1929.


Esta sencilla modificación fue una autentica revolución, puesto que de esta manera, permitía nuevas formas de encararse a la pendiente pudiendo ir totalmente de frente, en vez de tener que progresar lateralmente como se hacía con la técnica francesa o apoyando toda la suela de la bota (conocida como la técnica de los pies planos). Esto aumentaba su eficiencia en condiciones verticales o de mucha pendiente, y según su fabricante se podía subir con ellos por pendientes de hasta setenta grados. Sin embargo, aún no permitían una correcta escalada en hielo o subir por paredes verticales debido a que seguían siendo flexibles.

Por si esas innovaciones no eran suficientes, Amato Grivel (el hermano más jóven de Laurent) por encargo de la escuela Alpina de Aosta para el trofeo de Mezzalama, fabrica en 1933 los primeros crampones con aleación de níquel, cromo y molibdeno, dando el peso más ligero conseguido hasta la fecha con unos 360gr aproximadamente por crampón.

Como los modelos de diez puntas, de nuevo tampoco fueron muy bien vistos por considerarse poco éticos ya que se cree más honesto el cantear y tallar escalones. Opinión que se vería notablemente cuestionada en Julio de 1938 tras la primera ascensión al Eiger por la cara norte, que de no haberse utilizado este tipo de crampones hubiera sido prácticamente imposible. Pese a todo, perduraría esta mentalidad en algunos casos, hasta pasada la segunda guerra mundial


La evolución desde 1929 hasta hoy en día.

Trás la segunda guerra mundial se introduce la necesidad de diseñar unos crampones que ajusten a multiples calzados y tallas en vez de un modelo único o hechos por encargo.

Años más tarde, sobre 1962 se perfecciona el ajuste. La marca Alemana Salewa es pionera por hacerlo mediante barras dentadas para aumentar o disminuir la longitud del crampón. Como ejemplo, estos crampones que pueden ser unos Classic-Messner, en los que también se puede ver un sistema casero de antibota hecho a base de cinta adhesiva.




En 1967 en Estados Unidos Yvon Chouinard y Tom Frost desarrollan los primeros crampones rígidos ademas de rediseñarlos para que se amolden mejor a la forma de la bota. De esta manera, ahora era posible la escalada en hielo como tal, permitiendo incluso progresar hasta en desplomes. Paralelamente hacia finales de esta década, la marca Stubai inclina las segundas puntas frontales para garantizar un óptimo agarre en las pendientes.




En 1972 Mike Lowe, otro alpinista norteamericano, tuvo la revolucionaria idea de aplicar el mismo tipo de fijaciones de los esquís a unos crampones. Para ello invento una abrazadera para el talón y otra para la punta, creando de esta forma las fijaciones automáticas y semiautomáticas para mayor firmeza en el ajuste del crampón, y más facilidad a la hora de quitarlos o ponerlos. Era hora de decir adiós al engorroso correaje.


Ya no sería necesario recurrir a las viejas correas...


...Teniendo crampones con fijaciones automáticas (modelo Black Ice de Charlet-Moser)


En 1979 Jean Paul Frechin soluciona el mayor problema de seguridad en los crampones. La acumulación de nieve en el interior del crampón que impide que las púas sobresalgan y se claven en la superficie helada, disminuyendo parcial o totalmente su agarre, y siendo realmente peligrosas en caso de que dicha acumulación se hiele (bautizados como zuecos).

Para ello se desarrollan los Anti-zuecos o anti-botas, que se colocan debajo del crampón para evitar los perjudiciales zuecos. Se suprime de esta manera la necesidad de limpiar periódicamente las púas de los crampones con el piolet.


Detalle de un zueco plano ajustado mediante remaches.


En 1980 y de nuevo Frechin, patenta unos crampones cuyo ajuste longitudinal se realiza mediante una barra perforada con agujeros. Se abandonan las barras dentadas y esta forma de ajuste pasa a ser la favorita.

En 1986 Grivel y Charlet-Moser, en pleno apogeo de la escalada en hielo diseñan para la elite de escaladores el crampón monopunta Rambo. Se abren las puertas a nuevas formas de escalada mucho más extrema, como por ejemplo desplomes muy pronunciados y el uso de fisuras. Se empieza a gestar los inicios de lo que hoy conocemos como dry tooling.


En la imagen el modelo de Grivel Rambocomp, aunque es relativamente moderno y sucesor del Rambo. El Rambocomp es predecesor del actual Rambo 4.


Hacia 1990 Grivel y Scarpa experimentan con diferentes fijaciones para crampones, y se deciden por una pestaña que se introduce en la suela de la bota. Lo bautizan como GSb (siglas de Grivel Scarpa binding). Probablemente sean las fijaciones más extendidas en unos años, aunque actualmente no son muy conocidas. A lo largo de esta década también surgen los crampones modulares con puntas intercambiables.


Detalle de una bota y un crampón con el sistema GSb.


Hacia 2001 y de nuevo para deleite de los escaladores en hielo y dry tooling, gracias a las innovaciones presentadas en las competiciones empiezan a proliferar los crampones monopunta que también incluyen otra en el talón, y entran en escena botas muy ligeras y muy técnicas que lo llevan un crampón integrado.


Como ejemplo, el modelo Racing de Grivel.


En 2002 Petzl presenta la fijación automática tipo sidelock

En 2004 Grivel lanza su antibota "activa". Se diferencia de las planas en que posee una prominencia hueca que al pisar se comprime, y al levantar el pie se expande, evitando de forma más eficaz los zuecos de nieve.

La evolución continua...



Si tienes información que añadir o crees que hay cosas mal datadas y deben corregirse, por favor, no dudes en contactar conmigo. Igualmente si hay alguna imagen que no se ve, de nuevo por favor, házmelo saber para que lo corrija.

Bibliografía e imágenes de la entrada:

- Enciclopedia Desnivel
- Grivel
- Supertopo

(...y mucho Google).

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