viernes, 28 de agosto de 2009

Guía sobre las botas III: ¿Cómo escoger una bota?

(De nuevo, mis disculpas por el retraso para publicar esta parte de la guía. Había mucha información que sintetizar y organizar adecuadamente, y me ha llevado bastante tiempo dada la extensión de esta entrada).

Si ya conocemos los diferentes elementos que componen la bota de montaña, y los diferentes tipos que hay según su uso, tenemos una buena base de la que partir. Ahora falta saber cómo escoger adecuadamente nuestra talla y como probárselas, así como comentar una serie de factores que nos harán decantarnos por un modelo u otro antes de poner los billetes en el mostrador. Empieza la tercera parte de esta guía sobre las botas.

Como siempre digo y diré, si nos ponemos tozudos podemos hacer la actividad hasta descalzos, pero de sobra se conoce que nuestros pies sufrirán bastante las consecuencias, y por ello es preciso que se defina bien el medio en el que nos veremos envueltos para precisar un calzado adecuado que nos haga estar seguros, cómodos y calientes.


1. ¿Qué bota necesito?

Lo que determinará qué tipo bota se necesita, será el resultado de la ecuación de las variables Duración, Terreno y Clima.

  • Conforme aumente la duración de la actividad el diseño de la bota tendrá que modificarse en una serie de criterios. Las botas deberán ser más robustas puesto que hay una mayor exposición al desgaste, cobre bastante importancia la ligereza y la comodidad del calzado si vamos a estar mucho tiempo con ellas puestas, y exista un refuerzo extra en el talón para que los pies no sufran con las largas caminatas.

  • El terreno condiciona a la bota, de manera que cuanto más escarpado sea este, más alta será la caña, más importancia tendrá la firmeza de la suela que abarcará durezas que van desde lo más flexible hasta la total rigidez. En función de la pendiente, el grabado de la suela será de un dibujo u otro, y por último según lo rocoso que sea el terreno, incluirá refuerzo en la punta y bandas de goma en los laterales y talón.

  • El clima es sin duda determinante para la bota. Para climas secos y cálidos se prescindirá de membranas y se buscaran tejidos porosos para facilitar la transpiración, mientras que en caso contrario, en terrenos húmedos y fríos se buscarán tejidos impermeables acompañados de membranas que lo hagan transpirar. Cuanto más frío sea el medio, podrá incluir pestaña en talón y/o punta para crampones, podrá incluir polaina integrada, más se decantará el tejido externo por los materiales plásticos, y habrá más abrigo y aislante térmico pudiendo incluir incluso relleno y/o botín interno.
(Para mayor información, vuelvo a remitir a la parte dos de esta guía, tipos de botas)


2. Criterios de elección.

Si ya tenemos claro que tipo bota necesitamos, debemos prestar atención a una serie de detalles de su construcción.

2.1. ¿Piel, Plástico o tejidos sintéticos?.

La piel fue el primer material empleado para las botas de montaña por sus excelentes prestaciones, pero puesto que en temperaturas realmente bajas acompañadas de la humedad de la nieve ofrecía menos rendimiento, surgieron las pesadas botas con carcasa plástica. Actualmente, debido a que los anteriores materiales tienen un defecto bastante importante según qué condiciones se le exijan, la tendencia ha evolucionado y continua haciéndolo hacia los tejidos sintéticos recientemente descubiertos que conservan gran parte de las ventajas del plástico y la piel.
  • Según el peso:

    Las botas de piel son las más ligeras, seguidas muy de cerca por los tejidos sintéticos (tanto que en algunos casos están en cabeza) y quedando en última posición las botas con carcasa plástica de Pebax.
  • Según el precio:

    Las botas más económicas son aquellas que incluyen carcasa plástica, seguidas de lejos por aquellas que incluyan inserciones o estén basadas en tejidos sintéticos, y siendo con poco margen de diferencia las más caras las fabricadas en piel de alta calidad.
  • Según la impermeabilidad:

    Las botas con carcasa plástica de Pebax son totalmente impermeables, seguidas muy de cerca por las que incluyan inserciones o estén basadas en tejidos sintéticos, y quedando en último lugar las de piel.
  • Según la transpirabilidad:

    Las botas más transpirables serán las de piel, seguidas de aquellas que incluyan inserciones o estén basadas en tejidos sintéticos, y quedando en un alejado último lugar aquellas que posean carcasa plástica de Pebax.
  • Según el Abrigo:

    Las botas más cálidas serán las plásticas de Pebax seguidas muy de cerca o por igual que aquellas que incluyan inserciones o estén basadas en tejidos sintéticos, quedando en último lugar las de piel.
  • Según la sensibilidad, flexibilidad y ajuste:

    Las de piel quedarán en primer lugar por un amplio margen de diferencia, seguidas por las que incluyan inserciones o estén basadas en tejidos sintéticos, quedando en último lugar las que tengan carcasa plástica de Pebax.

Si hacemos un balance con puntuaciones del 1 al 3 siendo el número más alto la mejor posición, nos daría la siguiente asombrosa clasificación:

Los tres tipos de materiales obtendrían 12 puntos.

Con ello quiero hacer hincapié en que no debemos guiarnos a ciegas por los materiales que constituyan una u otra bota, sin tener en cuenta los factores anteriormente descritos. Cada una es buena o mala en según qué campo según su necesidad.


2.2. Los crampones para la bota.

Esto muy sencillo y a la vez muy tajante:

La bota elije los crampones, no los crampones a la bota.

Existen muchos modelos en el mercado que sin duda se adaptarán sin problemas a nuestro calzado. Hacerlo a la inversa nos obligará a que los crampones escojan por nosotros en vez de hacerlo nuestro pie, lo que puede acarrearnos un desembolso mayor, la comprar de una bota que no resulte cómoda para nuestro pie y que nos roce (o incluso hasta nos lesione), y por si no fuera suficientes factores ya, que en caso de haber comprado previamente los crampones los hayamos comprado erróneamente o para una actividad muy técnica, lo que hará que la bota no sea adecuada para la actividad que debemos desempeñar.

(Si quieres saber más sobre los crampones, si no conoces la guía sobre los crampones es un buen momento para echar un vistazo).


2.3. Las polainas integradas y sus cremalleras.

En caso de que la bota tenga una polaina integrada, esta debe de ser altamente resistente a la abrasión por el roce que causen las rocas afiladas durante la escalada, y resistente a la perforación en caso de que por un descuido nos clavemos el crampón para que no se rasgue. También deben ser preferiblemente impermeables, y obligatoriamente cortavientos para que retengan el calor y no perdamos la temperatura a gran velocidad ante los fuertes y gélidos vientos de la montaña. Por ello no nos sirve un tejido ligero cortavientos o un tejido super resistente pero poroso.

El punto débil de las polainas integradas, son sus cremalleras. De nuevo es importantísimo que estas no dejen pasar nada de aire para mantener la temperatura interna. Las cremalleras más eficaces son aquellas estancas que van termoselladas con goma y las que tienen un pliegue o solapa de velcro para tapar la cremallera en el exterior. El sistema será aún más eficaz cuanto más redundante sea, por lo que debemos valorar más al que tenga también solapas internas. Si no tienen ningún tipo de protección frente al viento, las botas en consecuencia nos brindarán menos abrigo.


2.4. Botín interno.

(Aclaro que esta es una cuestión que no me atrevo a manejar del todo puesto que en mi vida he usado unas botas con botín interno, y no creo tener experiencia suficiente como para opinar correctamente dado que todo lo que pueda saber es por leer o verlo en las tiendas y posiblemente se me escape algún otro factor más).

El botín interno como es muy probablemente que lo manejemos con unos gruesos guantes o manoplas que entorpecerán nuestra agilidad en los dedos, debe de ser lo más sencillo posible de atar y para extraerse si queremos caminar con ellos puestos o secarlos. También es vital que sea extremadamente transpirable para no retener el sudor (lo que aceleraría el enfriamiento de nuestros pies), mientras proporciona un buen abrigo.

Un calzado demasiado apretado dificultará la circulación sanguínea en nuestro pie, lo que nos hará más propensos a sufrir congelaciones cuando las temperaturas sean muy bajas. Por ello, debemos valorar que el botín estando bien atado a nuestro pie, permita a su vez fluir correctamente la sangre.

Por último, los restantes factores que mejorarán las prestaciones del botín será el tacto que nos otorgue, y si este tiene de goma, silicona o poliuretano en su suela para permitirnos usarlo para cortos paseos fuera de la tienda sin necesidad de cambiarnos de calzado para caminar por la nieve.


2.5. Lengüeta.

Algunas botas tienen la posibilidad de ajustar el grosor de su lengüeta mediante una pieza almohadillada que se engancha con velcro, lo que facilita el ajuste para los pies que tengan un empeine más prominente o más plano, a la vez que otorga un poco más de abrigo.

Si no es el caso, hay que comprobar que la lengüeta nos ciñe bien sin llegar a molestarnos o rozarnos.


2.6. Refuerzos en los cantos.

Las botas B2 y B3 tienen refuerzos de goma en los cantos. Las botas B1 no es frecuente que los tengan, y por ello debemos prestar atención a su diseño. Si tienen una capa superpuesta de piel con forma de banda, hará las veces de la goma aunque evidentemente no tendrá la impermeabilidad de esta. Este refuerzo es importante que sea uniforme y no mediante la superposición de múltiples piezas con varias costuras.


2.7. Transpirabilidad e impermeabilidad.

La transpirabilidad de la bota permitirá evacuar el vapor de agua producido por el calor que genera nuestro pie y la humedad que provoca el sudor. Las consecuencias de tener una bota poco o nada transpirable, es que nuestro pie retendrá todo el sudor perdiendo todo el calor ganado, y facilitando en los casos extremos la aparición de hongos y malos olores, pie de trinchera o congelación.

Para ello antiguamente se servían de cera o grasa animal, pero actualmente con las membranas lo tenemos más fácil. Las membranas garantizarán la evacuación del sudor gracias una fina membrana microporosa que permite el paso de las moléculas de vapor pero no las de agua, debido a que las segundas son más grandes que las primeras. También hace las veces de cortaviento, por lo que contribuirán todavía más a retener el calor.

Como apunte, no hay que creerse todo el marketing. Las membranas no transpiran igual de bien que nuestra piel, y la transpiración se produce cuando existe una diferencia de temperaturas dentro de la bota y fuera de esta (proceso que se ve facilitado si además el clima es seco). Si tenemos una bota de montaña en un clima muy cálido y húmedo, por mucha membrana transpirable que tenga no evacuará nada de sudor al estar el pie a la misma temperatura que el medio.

También existe la falsa creencia de que proporcionan abrigo. No se debe confundir que retengan el calor con que abriguen por si solas.


2.8. Suela.

La suela debe ser Vibram. Aumentará la adherencia en superficies húmedas y heladas, y su durabilidad frente a la abrasión del caminar por la roca. Una suela que no sea Vibram sufrirá más desgaste, y puede llegar a romperse en temperaturas muy bajas.

Debemos valorar que la suela sea reemplazable, lo que facilitará su cambio reencolandola cuando esta se desgaste, evitando tener que comprarnos una bota nueva.

La dureza de la suela viene condicionada por la actividad. Conforme más vertical sea, más debe aumentar su rigidez llegando a ser totalmente rígida si es para escalar. Esto es así, puesto que una suela blanda en terreno muy escarpado obligaría a una hiperflexión del tercio anterior del pie, pudiendo dañar nuestros dedos y causarnos bastante dolor. Por otro lado, caminar con una suela totalmente rígida por terreno llano sobrecarga más los músculos de la pierna y puede llegar a dañarnos la planta del pie a la larga. Por eso es importante tener la suela adecuada a lo que vamos a hacer.


2.9. Cordones y sistema de lazada.

Cuanto más sujete la bota a nuestro pie, menos rozaduras tendremos. Por ello es muy importante que tenga un sistema de lazada eficaz y cómodo. Si los remaches para los cordones tienen una esfera metálica, hace las veces de polea y facilita más ajuste que las anillas convencionales (a la vez que daña menos el cordón frente a la tensión).

Los cordones serán mejores si tienen un tratamiento hidrorrepelente y su propia camisa y alma como si fueran una cuerda en miniatura. Un grosor alto facilitará su desatado pero aumentará el peso (para aquellos que miren cada gramo con lupa). Respecto a su forma, es preferible que sean cilíndricos en vez de planos, puesto que estos últimos son menos resistentes y más difíciles de desatar. Por último, debemos buscar materiales sintéticos puesto que un cordón de algodón lo tendremos permanentemente empapado a nada que haya algo de nieve, charcos o vegetación húmeda y su resistencia disminuirá.


2.10. Flexibilidad de la caña y empeine.

Aunque no es un factor determinante a la hora de elegir un modelo, una bota que permita mayor flexibilidad (a la vez que protege al tobillo de torceduras) nos dará más libertad de movimiento beneficiando así a nuestro tobillo que tendrá que realizar menos esfuerzo, y permitiéndonos más movimiento a la hora de escalar y caminar.


3. Tallaje

Para que la prueba de las botas sea lo más precisa posible, es una obligación hacerla con un calcetín grueso de montaña con caña alta. Si lo hacemos con un calcetín deportivo común o de vestir, nos podrá hacer daño en su prueba y para colmo las botas que nos parecían adecuadas utilizando un calcetín fino, cuando utilicemos uno grueso en la actividad nos apretarán. En caso de no disponer de un calcetín grueso, muchas tiendas tienen una caja con calcetines de prueba, y aunque no sea lo más higiénico, es preferible a utilizar un calcetín fino.

Para seleccionar la talla adecuada, no nos debemos guiar simplemente por aquella que utilizamos regularmente para la vida diaria, ya que con frecuencia ocurre que los fabricantes tienen unas tallas que dan más de sí que las de otros. Muchos comercios tienen una plataforma donde colocas el pie y en función de las dimensiones que ocupe te muestra cual es tu talla. Para tenerlo más claro, lo mejor será probarse nuestro numero y si el fabricante lo ofrece, nuestra talla y 1/2 más (normalmente las botas a partir de ciertas prestaciones los tienen). Si somos excesivamente meticulosos (y en este caso no es ninguna tontería puesto que no se trata de un material barato), dependiendo del stock de la tienda también podríamos probarnos un numero más y un 1/2 menos que nuestra talla usual para estar sobre seguros.

Sabremos finalmente que nuestra talla es la correcta cuando estando sin atar y echando el pie hacia delante hasta casi tocar la punta, podamos introducir el dedo índice en el talón o nos sobre aproximadamente entre 1,5 y 2cm. Esto se debe hacer así, para que cuando tengamos las botas bien atadas y caminemos cuesta abajo o peguemos patadas para clavar las puntas del crampón en superficies duras, nuestros dedos no choquen con la punta de la bota y evitemos lesiones como el dedo martillo, juanetes o uña encarnada.

Para distinguir cuando nos hemos excedido de espacio, ataremos bien la bota, apoyaremos la totalidad de la suela en una superficie lisa y nivelada, y sujetando la bota con las manos para que no se levante el talón del suelo (o empleando alguna ayuda que inmovilice nuestra bota como si fuera una fijación de esquí) trataremos de levantar el pie hacia arriba y hacia abajo como si caminásemos. Si estando cerciorados de que las botas están bien atadas nuestro pie se ha movido (aunque sea un poco), debemos pedir un 1/2 menos o un numero entero menos según sea el caso.


4. La prueba final.

Después de habernos dejado las neuronas en buscar una bota que se adecue al uso que le vamos a dar, que reúna las prestaciones que necesitamos y que nos gusten, llega la hora de la verdad.

Si creemos haber escogido correctamente nuestra talla, ahora toca conocer la opinión de nuestros tobillos y pies. Para ello debemos caminar con ellas lo máximo posible, llevarlas puestas por lo menos 5 o 10 minutos para hacernos una idea de la horma, y realizar una serie de pruebas (con botas de suela blanda no será tan necesario ponernos tan exigentes, pero para suela rígida es fundamental):

  • Poniéndonos de puntillas, nuestros dedos no deben tocar la punta de la bota o molestarnos.

  • Cantear un poco con la bota para ver que nuestro tobillo no sufre y la caña no nos roza, e incluso no sería mala idea hacer una ascensión a un rodapié para ver que tal es el agarre y lo cómodo que nos resulta en esas posiciones forzadas.

  • Varias tiendas disponen de un pequeño mueble parecido a un banco, en la que se sube por unas escaleras por un lado, y se baja por una pendiente por el otro. Apoyando toda la suela en la pendiente, debemos subir y bajar unas cuentas veces para ver si de nuevo tocan nuestros dedos y comprobar como se comporta el talón frente a posibles rozaduras.

    La pendiente de este mueble puede estar hecha de madera, plástico, gravilla o con rocas encoladas. Si tiene esta última configuración, será todavía mejor porque así podremos comprobar de primera mano como agarra la suela. Como no todos los comercios son tan grandes o tienen un espacio libre para colocar este mueble, por lo que en caso de que no esté disponible, un buen equivalente sería subir y bajar escaleras de forma normal, y luego subir utilizando solo las puntas.

Si hemos notado dolores o verdaderas molestias realizando las pruebas (no confundir con la molestia normal que produce un calzado rígido), muy a nuestro pesar tendremos que desechar ese modelo y buscar otro. Nuestros pies tienen la última palabra, y debemos escucharlos si no queremos lamentarnos después.

* * *

Aquí concluye esta tercera parte de la guía sobre las botas, continúa en el siguiente artículo Guía sobre las botas IV: Uso y mantenimiento. (Si crees que puede mejorarse esta guía añadiendo o modificando la información, ¡no dudes en participar!)

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