Cuando vi anunciado en la facultad de la universidad el 12º festival de cine aleman -en el cual se proyectaría la película de Nanga Parbat- se plantó ante mí una atractiva opción cinéfila. Tras informarme un poco, también vi que antes de su estreno en el cine Palafox se iba a realizar un coloquio sobre la película en la Librería Desnivel, donde además el gran Reinhold Messner iba a estar presente para responder algunas preguntas de los asistentes. Con esto último ya daba palmas con las orejas y tenía una oportunidad de conocerle que no iba a dejar correr.
Cuando llegué a la librería, mi sorpresa fue mayúscula al ver que Nanga Parbat se podía ver aquí también, pero los 15 minutillos de retraso con los que llegué, muy en mi línea, me pasaron factura y no encontré ni un sitio teniendo que verla incómodamente sentado en el pasillo entre piernas de los demás asistentes.
La película de Nanga Parbat la he encontrado muy interesante incluso para gente ajena al mundillo del alpinismo. A través de un flashback Reinhold Messner reconstruye lo sucedido ante las acusaciones de Herrligkoffer -el líder de la expedición- que lo califica de responsable de la muerte de su hermano. Bastante fiel a la estética de los años 70, tiene un desarrollo muy bien estructurado buscando la mayor precisión posible. Además, pienso que parte de un planteamiento neutral que busca la imparcialidad y deja al espectador emitir sus propios juicios, en lugar de dar un argumento ya por sentado sobre los hechos sucedidos.
Si he echado en falta más planos paisajísticos del Nanga Parbat, más tomas de la logística y el viaje de la expedición, y una cámara menos encima de los protagonistas durante la escalada donde se pueda ver algo más que paredes blancas (en esto último pienso que la película de Nordwand lo hace de maravilla). Dicho esto, recomiendo que todo aquel que no la haya visto acuda a la última sesión que será -al menos, que yo sepa- el día 4 de Junio.
Cuando terminó la proyección, hizo aparición el señor Messner para comenzar la ronda de preguntas abriéndose paso a través del abarrotado pasillo. Yo que estaba justo en medio, me puse en pie al terminar y me giré para dejar pasar a quien venía mientras de paso me arreglaba la camisa, no supe que se trataba de Reinhold Messner hasta que lo tuve enfrente y la cara de pasmado que se me quedó tuvo que ser cómica.
De la ronda de preguntas salieron cosas muy interesantes, de las cuales me quedo con aquella que dijo si cambió su forma de practicar el alpinismo o ver la montaña tras la muerte de su hermano Günther -que pensaba hacerla yo pero se me adelantaron-, y la cual respondió que aun consciente de la angustia que pudiera causar a su familia, abandonar su pasión no le iba a devolver a su hermano ni lo iba a resucitar.
Mediante el resto de las respuestas que Reinhold daba, era imposible no conectar con él. Tremendamente liberal, no entró en crítica alguna sobre qué es o no es lo correcto y quién es quién para dictaminar qué es válido, ni tampoco hizo caso de las polémicas sobre el uso de oxígeno suplementario. Su filosofía se resume simplemente en que cada uno haga lo que desee, y que la montaña no es nada más que una formación geológica carente de emoción alguna, las cuales solo son otorgadas por los humanos. Chapeau para el señor Messner.
La verdad es que me dio bastante rabia no haber leído más sobre él ni sus libros. Seguro que de ser así hubiera podido haber hecho alguna pregunta chula, y una sensación parecida me vino con el director Joseph Vilsmaier, que no tenía ni idea de que había dirigido el filme de Stalingrado.
Tras concluir la ronda de preguntas, la gente se abalanzó hacia Reinhold como si una super oferta del Carrefour se tratase para la firma de autógrafos y las fotos de rigor, y este se debió dejar la muñeca a base de firmar libros ante semejante demanda.
Yo me conformé con hacer algunas fotos hasta que vi a alguien con un cuaderno y le pedí una hoja. Gracias a la amable donación de la cuartilla pude hacerme yo también con una firmita suya, que aunque sea mucho más humilde y espartano que un libro, no tenía dinero ni tiempo para buscar cual comprar.
Tras concluir la presentación de Nanga Parbat en la Librería Desnivel, fiel a mi plan inicial me fui a verla por segunda vez al Palafox. Lamentablemente como me entretuve cenando de camino, en taquilla me dijeron que no había más entradas aunque faltaba media hora para el inicio de la sesión. Sin embargo, a la diosa fortuna esta vez le caí en gracia y alguien devolvió una entrada que me permitió acceder. Lo más increíble es que cuando estaba sacando la cartera para pagarla me dijeron que era gratis por ser una devolución, pues genial oye.
Ya en el Palafox, el segundo visionado de la película me permitió captar todos los matices que no había visto antes -además de los 15 minutos que me fumé por llegar tarde a Desnivel claro-. En la siguiente tanda de preguntas, en la cual el pobre Reinhold debía estar ya agotado, pude hacerle una aunque no me quedé muy convencido con la respuesta. No sé si la formulé mal, se interpreto erróneamente, o la ida y vuelta a través del traductor alteró el contenido de la respuesta. Por lo menos sí me quedó claro que sus escaladas en solitario no se deben a una filosofía solitaria sino a otros factores (que tristemente no recuerdo).
Al salir, tuve la suerte de toparme con él entre la multitud y me faltaron segundos para sacar la cámara de fotos y pedirle a cualquiera una toma.
Große scheiße. Aquí no ha habido tanta suerte, la única foto junto a Reinhold Messner que puedo -y seguramente pueda tener- y me la hacen movida. Pero bueno, menos da una piedra. Queda pendiente en el futuro hacerse otra junto a Bonatti o Steck, je.
Y con esto doy por terminada la batallita reglamentaria de la proyección de Nanga Parbat en Madrid que ya me he extendido bastante, esperando que el señor Messner se vuelva a pasar por estos lares y se dé más a conocer el cine de montaña.
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